Imagino que todos los que hemos
desarrollado actividades de responsabilidad en la gestión de personal hemos sentido la duda sobre si nuestro apoyo a
los trabajadores del equipo es suficiente o excesivo. Como veremos, no existe
más regla que la de entender
individualmente las necesidades y
expectativas de cada una de las personas que componen tu equipo. Por
cierto, regla que se mantiene, en toda y cada una de las ocasiones que tengamos
dudas en cómo gestionar personas.
Crear un ambiente de apoyo al trabajador es una de las
obligaciones fundamentales de un “jefe”, si éste quiere que en su equipo se
respire un elevado estímulo de trabajo y motivación, que colabore en alcanzar
los objetivos marcados con el rendimiento esperado.
La ayuda del gestor (director,
supervisor, jefe de equipo, oficial de 1ª,…) puede producirse de muchas maneras,
incluyendo: asegurarse de que el trabajador tiene la aptitud requerida,
proporcionando la formación necesaria, facilitando los medios necesarios para
realizar el trabajo y, promoviendo la cooperación y el apoyo entre
Departamentos.
Un ejemplo claro de gestión de
personal nos puede venir de la mano de un equipo de futbol. El líder sería el
centrocampista que distribuye el juego, siente más placer dando un pase de gol
o viendo a su equipo bien conjuntado que marcando personalmente él todos los
goles.
Si un equipo siente la necesidad de apoyo por parte de sus
jefes para conseguir sus objetivos, y estos no son conscientes de la cantidad
de obstáculos que tienen que enfrentar, o no se muestran suficientemente
implicados con ellos como para luchar para desmontar dichos obstáculos,
entonces, probablemente el jefe sea percibido por los trabajadores como parte del problema y, no como la fuente de las soluciones. De la misma
manera, cuando la intervención del jefe no
es necesitada, ni requerida, si
el jefe actúa de forma constante, participando en los detalles más
insignificantes del trabajo de sus empleados, entonces será visto como un
quisquilloso entrometido.
Por lo tanto, la cuestión fundamental
es:
¿Cuánta ayuda debe proporcionar un jefe?
Dependerá de tres factores:
-
Características del trabajo. ¿Cuánta ayuda
necesitan?
-
Estructura
organizacional.
¿Cuánta ayuda hay ya disponible?
-
Expectativas de los trabajadores ¿Cuánta ayuda
quiere el trabajador?
Una tarea que está claramente estructurada (establecidos
procesos, procedimientos y normativas claras) y relativamente fácil de llevar a cabo, no requerirá de
un excesivo ejercicio de gestión de personal. Si el gestor ofrece demasiado
apoyo acabará siendo visto como “controlador”, autoritario o quisquilloso, ya
que por la propia naturaleza de la tarea, está claro lo que debe hacer cada
trabajador. Por otra parte, si la tarea es difícil
y poco estructurada, la necesidad de apoyo y dirección será elevada, por lo
que los trabajadores verán dicha ayuda como constructiva, necesaria y satisfactoria.
En las expectativas de los trabajadores hacia
el grado de implicación y ayuda que esperan de sus gestores influyen tres
características distintivas del tipo de persona:
-
Deseo de autonomía.
-
Experiencia.
-
Aptitud y habilidades.
Las personas que les gusta tener un
mayor grado de autonomía prefieren
jefes que permitan una mayor participación
de los individuos de su equipo en el desarrollo del trabajo y en la toma de
decisiones, lo que dará al empleado un mayor control de su propio trabajo, al
tiempo que permitirá al jefe realizar un control con mayores miras y
aportaciones. En contraste, las personas que requieren un apoyo constante en la
toma de decisiones y en el establecimiento de prioridades prefieren jefes más
involucrados en los quehaceres diarios.
En relación a la experiencia y aptitud de los empleados, nos quedará claro que las
personas más experimentadas y capaces
requieren de menos asistencia de sus jefes ya que tienen la formación adecuada,
saben desenvolverse en la empresa para encontrar y proveerse de los recursos
necesarios para realizar su trabajo y, tienen un conocimiento de la estructura
organizativa que le permite desenvolverse de forma ágil entre los distintos
departamentos. Este tipo de trabajadores tienen en alta estima a jefes que
suman a través de su inteligencia, iniciativa y creatividad. En cualquier caso,
no debemos olvidar la obligación del jefe de hacer un seguimiento periódico y
consultar si éstos requieren de algún tipo de ayuda. Sin embargo, para
trabajadores relativamente nuevos en
la empresa o en el oficio es muy
frustrante darse cuenta que sus jefes no tienen ni tiempo, ni interés por
escuchar sus problemas más básicos. Para este colectivo, el trato tiene que ser
de supervisión y apoyo continuo, si no queremos encontrarnos en una espiral de
efectos devastadores para la moral de éstos y del resto del equipo, que será
extremadamente difícil de parar y reconvertir en el futuro.
Lo dicho, los managers de cualquier
nivel del escalafón deben centrarse en facilitar la realización de las tareas
de su equipo, valorando la cantidad y estilo de apoyo en función del tipo de
trabajo, la disponibilidad de apoyo organizacional, así como de la aptitud y
experiencia de los trabajadores.
Para una gestión de personal adecuada
tres simples preguntas que hacer de
forma regular a cada una de las personas de nuestro equipo, y por supuesto, escuchar sus respuestas:
-
¿Cómo va el trabajo?
-
¿Qué es lo que más te
gusta de tu trabajo y qué es lo que menos?
-
¿Cómo puedo ayudarte?
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