ESTRATEGIAS DE GESTIÓN DE PERSONAL
Sé por experiencia que muchos diréis que estos conceptos de integración son difíciles de poner en práctica, pero no podemos olvidar que esto no es un esfuerzo sólo individual o departamental, ya que nos conducirá a momentos frustrantes y a sentimientos de soledad y desamparo, sino que tenemos que contar con el apoyo fundamental de la Dirección y, conseguir un trabajo proactivo y completamente implicado, por parte del departamento de RRHH de la empresa.
Mantendremos constante la fórmula de desempeño (rendimiento) del trabajador que
mostrábamos en el artículo, “Motivación
de Equipos (I). Conceptos Básicos” y que constituye la base argumental de estos artículos. Como vemos, el segundo componente del
desempeño de un empleado es la motivación.
Desempeño = Habilidad x Motivación
Ya hemos visto en
artículos anteriores la importancia de las necesidades de formación y de
apoyo en el desarrollo de la habilidad del trabajador, además de la
adecuada atención a prestar durante el proceso de selección de contratación de
personal para asegurar una correcta aptitud del trabajador respecto del
trabajo objeto de estudio.
Habilidad = Aptitud x Formación x Recursos
En este artículo
vamos a repasar la influencia crucial de las acciones del día a día de los jefes / gestores en la motivación de
su equipo. Para que estas acciones se conviertan en un programa efectivo de
motivación deben obligatoriamente centrarse tanto en la satisfacción de los trabajadores, como en su productividad/resultados. Un elevado énfasis en la
satisfacción con un bajo estímulo hacia los resultados viene a representar un
punto de vista irresponsable del papel que debe ejercer un “jefe”. No debemos
olvidar que hemos sido contratados para conseguir los mejores resultados
posibles para la empresa, por supuesto, sin olvidar el lado humano que hace que
dichos resultados sean satisfactorios para todos y duraderos en el tiempo. Por
lo tanto, elegir en cada momento el estilo de gestión de personal adecuado entra
dentro del arte que supone realizar de forma excelente este trabajo (Management).
El estilo Indulgente
de gestión socaba los resultados y el rendimiento de los trabajadores, ya
que se pone el énfasis en la satisfacción excluyendo en gran medida los
resultados. Todos sabemos la tentación de usar este estilo, y mucho más, en los
casos de situaciones conflictivas con los trabajadores. Si utilizamos esta estrategia de forma permanente puede llevar a situaciones catastróficas para tu equipo, que
percibirá que los esfuerzos individuales por realizar un trabajo de calidad no
obtienen ninguna recompensa,
mientras que las personas menos implicadas en el trabajo se mantendrán
“reivindicativas” de forma continuada en el tiempo. Todo ello conducirá a una
cultura de equipo de bajo rendimiento y que pondría en peligro los puestos de
trabajo de todos ellos por falta de productividad y motivación.
El estilo Autoritario que pone un fuerte énfasis en los resultados excluyendo la
satisfacción, es igualmente inefectivo.
En este caso, el “jefe” no muestra preocupación por cómo se siente el trabajador.
El jefe da órdenes y los demás las
siguen, y punto. Los empleados se sienten “infelices” y adquieren
mentalidad de ser explotados. En el corto plazo este estilo de gestión basado
en la explotación puede suponer incrementos de la productividad pero, muy pronto,
nos encontraremos que empieza a cundir la desmoralización y desmotivación, lo
que hará que la productividad baje rápidamente, se incremente el absentismo,
aumente la rotación de puestos por empleados que buscan otros trabajos, e
incluso, nos encontremos con aspectos importantes de falta de colaboración por
parte de tu equipo.
El estilo del jefe Desatento,
es decir, aquellos que no ponen énfasis ni en la satisfacción ni en los
resultados. Ignoran la
responsabilidad que supone ser jefe, no
ejercen liderazgo, no toman decisiones, no marcan prioridades para el
equipo, y mucho menos, pueden servir de inspiración a sus empleados. Si permanecen
paralizados durante un periodo continuado puede suponer la destrucción total
del equipo.
Finalmente, la
estrategia de motivación Integradora que
enfatiza tanto el rendimiento como
la satisfacción de los trabajadores.
Este punto de vista propone que mientras la importancia del sentimiento de
satisfacción de los empleados debe estar en continua observancia, esto no debe eclipsar
la responsabilidad de los gestores para mantener objetivos de rendimiento “excelentes”
para su equipo. No podemos tratar de
solucionar los problemas de implicación y motivación basándonos en compromisos a largo plazo, con la
finalidad de engendrar una moral alta instantánea de los empleados o tratando
de conseguir resultados a corto plazo; las acciones a realizar deben de ser
cotidianas, del día a día, con un
sincero cambio cultural en la
empresa dirigido a potenciar la colaboración y comunicación entre trabajadores
y empresa y con una sincera y total implicación de la Dirección.
Sé por experiencia que muchos diréis que estos conceptos de integración son difíciles de poner en práctica, pero no podemos olvidar que esto no es un esfuerzo sólo individual o departamental, ya que nos conducirá a momentos frustrantes y a sentimientos de soledad y desamparo, sino que tenemos que contar con el apoyo fundamental de la Dirección y, conseguir un trabajo proactivo y completamente implicado, por parte del departamento de RRHH de la empresa.
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